sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Fe en los jóvenes?: ¡razones de viejos! O como el progreso sintoniza con la tradición

Este fin de semana participo en el XX Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y la Fundación Universitaria San Pablo CEU (FUSP-CEU).
Esta edición, en resonancia con el Sínodo de obispos dedicado a los jóvenes, se dedica a la reflexión sobre el papel de los jóvenes en la sociedad actual bajo el título: FE EN LOS JÓVENES.

Incluyo a continuación un breve resumen de mi exposición: ¿Fe en los jóvenes?: ¡razones de viejos! Una versión extendida aparecerá próximamente publicada. Siempre se agradecerán los comentarios. Me sé un enano a hombros de gigantes.

Nuestra sociedad contemporánea actual tiende a enfrentar gratuitamente el valor de dos fuerzas que, si se atiende a lo que evidencia y enseña la experiencia histórica de los últimos siglos, conjuntamente conforman un motor un tándem imparable de oportunidades. Me refiero al artificial “combate” que las filosofías de “la sospecha” buscan torpemente forzar entre la juventud y la ancianidad, entre lo novedoso y lo viejo... un choque que al friccionar enraíza con una dialéctica de mayor profundidad, a saber: el diálogo entre progreso y tradición, y en definitiva, entre fe y razón.

Ciertamente, considero que la razón de ser de la tradición radica en el progreso. Es decir, que sin progreso no puede existir tradición, y viceversa. Lo expreso de otra manera: conforme la naturaleza de la persona humana, lo normal y sensato es que la ancianidad proyecte sus esperanzas y mejores anhelos en la juventud, mientras que, por otro lado, lo normal y sensato es que los jóvenes depositen confiadamente sus incertidumbres en sus mayores. ¿Qué quiero manifestar aquí? Que la juventud y la ancianidad, que progreso y tradición, en absoluto son categorías antagonistas sino complementarias, muy a pesar de los falaces e insubstanciales argumentos exhibidos por las filosofías e ideologías postmodernas contemporáneas.

Precisamente, el auténtico progreso no olvida a la tradición, sino que acertadamente se apoya en ella. O expresado de otra forma: el verdadero espíritu de progreso, que espontáneamente enarbola la juventud, posee la constante llamada a adquirir el protagonismo del momento presente, precisamente porque encuentra en quién le ha antecedido la experiencia para continuar la construcción de la sociedad en la que vive. El anciano le entrega el testigo al joven para acabar convirtiéndose en anciano. De igual manera, el progreso recoge de la tradición sus aciertos y, también, sus errores precisamente para engrandecer la sabiduría de la que ese mismo progreso formará parte. Estas premisas me conducen a afirmar que la perennidad de lo caduco resulta aquello que llamamos propiamente juventud.

En definitiva, esta comunicación pretende mostrar que juventud y ancianidad no son estados de vida enfrentados, sino más bien al contrario que se encuentran en sintonía. Así, el progreso y la tradición ‒representados por jóvenes y ancianos‒ poseen la capacidad de colaborar armónicamente por el bien común de la sociedad. Apelo a la valiente generosidad de los jóvenes y a la prudente experiencia de los más mayores para que puedan vivir afirmando: “nuestra tradición es el progreso” y, conjuntamente, “nuestro progreso se fundamenta en la tradición”. De esta manera, ante la pregunta: “¿Tienes fe en los jóvenes?”, necesariamente no puedo sino responder: “¡Por supuesto!, ¿cómo no voy a creer en la juventud?: es una razón propia de viejos!”.

En Madrid, en la Universidad San Pablo CEU, a 17 de enero de 2018.

viernes, 30 de junio de 2017

Ángel Herrera Oria. A los 70 años de su ordenación episcopal


Lunes, 30 de junio de 1947. Las calles de Santander se engalanan. La céntrica Parroquia de Santa Lucía acoge una ceremonia litúrgica inédita en la ciudad: la consagración de un obispo. Además, la celebración posee la gozosa singularidad de que el ordenando es un santanderino muy querido tanto en la ciudad como fuera de ella, y además coadjutor en esa misma Parroquia: Ángel Herrera Oria (Santander, 1886 – Madrid, 1968), a quien el 3 de mayo el papa Pío XII ha preconizado para ocupar la sede de Málaga.

Esta solemne celebración la preside el nuncio apostólico en España, monseñor Gaetano Cicognani, acompañado de monseñor José Eguino y Trecu ‒obispo de Santander‒ y de monseñor Juan Hervás Benet ‒ obispo coadjutor de Palma de Mallorca‒. Asimismo, asisten en calidad de padrinos el Excmo. Ayuntamiento de Santander y la Excma. Diputación Provincial de Santander, participando como su representante la doña Lucía Fernández de Herrera.

José María Eguaras Iriarte ‒alumno de la Escuela Social Sacerdotal de Maliaño (creada por Herrera y ubicada en el actual barrio Pesquero de Santander), y a la postre su secretario particular en Málaga‒ relata algunos sucesos de aquel día: “Puedo testificarlo porque iba detrás del obispo y sentí el escalofrío de emoción ante el grandioso espectáculo de un pueblo aplaudiendo con lágrimas en los ojos”. Efectivamente, la población de Santander ‒dice‒ asiste en masa a la ordenación episcopal de este hijo de la ciudad, abarrotando completamente el templo. Finalizada la ceremonia, Ángel Herrera se encuentra con una multitud de personas congregadas en la actual plaza de Cañadío y calle Daoiz y Velarde, que manifestando su alegría le aplauden y aclaman como nuevo titular de la diócesis malagueña. El flamante obispo corresponde al afecto recibido bendiciéndoles durante el besamanos, que dura varias horas.

Nuestro paisano permanece todo el verano en “su tierruca”, residiendo en la casa familiar de la calle Hernán Cortés. El 29 de septiembre marcha para encaminarse hacia la andaluza ciudad de Málaga, tomando posesión de la diócesis el 12 de octubre. Antes de irse, Ángel Herrera deja dispuesta la donación al obispado de un terreno heredado en la calle Vargas de Santander, en donde años después ‒gracias al decisivo impulso del sacerdote José María Torre‒ se edifica una nueva Parroquia dedicada a la Patrona de nuestra diócesis: La Bien Aparecida, que recientemente ha celebrado su cincuenta aniversario (1966-2016).

Sirva este breve recuerdo, a los setenta años de este acontecimiento, para refrescar la rica biografía de Herrera Oria, quien sin duda merece seguir conservando hoy su atractivo para el hombre contemporáneo. ¡Evitemos fatales retrocesos sociales y culturales manteniendo perenne memoria de aquellos que, cómo Herrera Oria, participaron decisivamente en la construcción de la España actual!

La vida de don Ángel se encuentra jalonada por muy distintas etapas: todas ellas vividas con enorme intensidad, obteniendo múltiples frutos en beneficio de la sociedad y sin necesidad de abandonar el criterio que proporcionan las enseñanzas evangélicas y la doctrina social de la Iglesia.

Ángel Herrera durante su período como laico ‒tras aprobar la oposición de abogado del Estado‒ lidera múltiples obras sociales, en el primer tercio del siglo XX: primer presidente de la Asociación Católica de Propagandistas(ACdP); dirige durante veintidós años del periódico más influyente de esta época: El Debate; funda La Editorial Católica, la primera escuela de Periodismo de España, el Centro de EstudiosUniversitarios (CEU) y el Instituto Social Obrero; impulsa los sindicatos agrarios y el partido político “Acción Nacional” (luego “Acción Popular”, germen de la “CEDA”); promueve la Universidad Católica de Verano en el Colegio Cantábrico de Santander.

Herrera decide abandonar la vida pública civil para abrazar la vida sacerdotal. Ordenado presbítero en Friburgo (Suiza) en 1940, vuelve a su ciudad natal para desarrollar las primicias de su sacerdocio. Aquí ‒además de sus obligaciones pastores, que realiza ejemplarmente‒ funda la Escuela Obrera de Aprendices y la Escuela Social Sacerdotal, impulsa la construcción de las viviendas sociales del actual Barrio Pesquero, ejerce como capellán en la cárcel, interviene en la creación de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) y de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Ya como obispo de Málaga destaca su firme combate contra el analfabetismo: singular ejemplo es su decisiva participación en la construcción de más de 200 escuelas-capillas por toda la diócesis; asimismo funda en Madrid el Instituto Social León XIII y el Colegio Mayor Pío XII. El papa Pablo VI, reconociendo su generosa entrega y servicio en pro del Bien Común, le crea cardenal de la Iglesia en 1965.

Ángel Herrera Oria es Hijo Predilecto de Santander (1965) y de Cantabria (2004), y su causa de canonización actualmente está estudiándose en Roma.
 En Santander, a 30 de junio de 2017, 70 años después.

viernes, 19 de mayo de 2017

Menéndez Pelayo o la perennidad del espíritu español. A los 105 años de su fallecimiento

Estudiosos de la obra del Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912), cada 19 de mayo, acuden a Santander, a su Biblioteca ‒“la meca” del hispanismo‒ para reconocer públicamente la fecundidad de su oceánica producción bibliográfica. Unámonos al homenaje, evocando su pensamiento que no ha perdido su actualidad en el tiempo presente.

El polígrafo santanderino continúa erigiéndose hoy en “despertador de la conciencia española”, y en baluarte defensor de la grandeza de España y la altura de miras de sus naturales. Sus enseñanzas presentan el patriotismo como el amor al estilo de vida y a la cultura característica de la tierra en donde uno nació o vive, frente a actitudes etiquetadas como “nacionalistas”, persistiendo tozudamente en reafirmar las diferencias propias de “su” cultura y en enfrentarse “por sistema” contra todo lo existente fuera de ella. Por lo que no debe soliviantarnos quién cuestione la naturaleza de nuestra patria, especialmente si muestra espurios argumentos, ya que estas posturas incorporan como prácticas habituales la sospecha y la crítica, propias de nuestra época contemporánea.

Lo que metafísicamente España es ‒pese a quien le pese‒ se ha ido configurando con el paso de los siglos, conformándose lo que actualmente es: una colosal entidad histórica, política, cultural y social. El dilatado recorrido histórico del pueblo español ha servido para fraguar su ser, su tradición, su personalidad y lo que justifica la unidad del diverso conglomerado de sus comunidades agrupado bajo una sola bandera. Los principios fundamentales y perennes de la vida nacional beben del espíritu o “genio nacional” ‒como le gusta llamarlo al polígrafo‒, siendo precisamente ese “genio” el garante que proporciona la continuidad histórica y espiritual a España como entidad nacional.

Don Marcelino apartándose de “exageraciones nacionalistas”, opta por potenciar las singularidades de cada región española, que enriquecen y complementan al tiempo tanto al conjunto de la nación como al resto de regiones que conforman España, sin prescindir, por tanto, de su unidad como patria. El polígrafo declaró públicamente su predilección por la cultura catalana, un afecto únicamente superado por su “Montaña” natal (Cantabria). Así lo manifestó en Barcelona el 27 de mayo de 1888 en un discurso que pronuncia en lengua catalana durante unos Jocs Florals: agradece a Cataluña lo mucho que le influyó en su formación académica, y elogia su lengua declarando que aquellos Jocs constituían “una de les més enérgiques afirmacions del sentit tradicional de la nació espanyola”.

Menéndez Pelayo manifestó un infatigable amor al estudio y al trabajo, sin abandonar los principios y valores de la fe católica que profesaba, lo que en absoluto le obstaculizó para actuar siempre con rigor científico, como corresponde al investigador que sinceramente busca la verdad, natural inclinación de la persona inherente en nuestra humana naturaleza. Su hermano Enrique lo sintetizaba diciendo que “amaba a Dios sobre todas las cosas y a los libros como a sí mismo”.

El polígrafo afirma que resulta innegable que el Cristianismo es el “instrumento” con el cual históricamente España ha alcanzado su máximo esplendor de “unidad de conciencia nacional”, hasta el punto de identificar “lo español” con “lo católico” e incluyéndolo como un elemento esencial en la forja de su entidad. España como nación no se fundamenta en la unidad de lengua (castellano, catalán, gallego-portugués y vascuence son todas ellas lenguas españolas), ni en la unidad de raza (el pueblo español es resultado del mestizaje de muy diversas razas presentes en la península Ibérica a lo largo de los siglos), ni tampoco en la unidad cultural; sino lo que históricamente ha mantenido unidos a los españoles es su fe católica, la cual se erige en el principal elemento integrador del pueblo español ‒concluye el santanderino‒. Así, España resulta expresión de un proyecto común, en el que nacionalidad y religión se identifican.
 
Don Marcelino llama a aceptar nuestra Historia por completo y a demostrar un sano orgullo por ella, porque posee nobles virtudes morales y los altos proyectos del pueblo hispano. Nos encomienda que mantengamos el alto concepto histórico que España posee porque siempre ha tendido a resurgir de sí misma, con mayor o menor acierto: “en medio de la profunda decadencia que agotaba las fuerzas de nuestra nación, todavía el talento y la firmeza de algunos ilustres varones, unido al prestigio tradicional de nuestra grandeza pasada, alcanzaba a mantener en apartadas regiones el decoro de nuestra monarquía; esfuerzo verdaderamente milagroso y muy digno de ser considerado y agradecido”.
 
La aplicación de las enseñanzas del polígrafo permitiría generosas y definitivas respuestas a aquellas “problemáticas” que distorsionan nuestra propia convivencia en común como españoles, con soluciones que emanan de las bases culturales vertebradoras de nuestro “espíritu nacional”: la fe católica y la institución monárquica, pues sin estas referencias actualmente no puede comprenderse ni el ser de España ni el sentir de “lo español”.
 
En "la meca" del hispanismo: la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, a los 105 años del fallecimiento de don Marcelino, 19 de mayo de 2017.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Decídete a ser Universidad. Una reflexión desde el magisterio filosófico de Leonardo Polo

 
Dentro de la mesa Un visión cristiana de la Universidad presento la comunicación titulada Decídete a ser Universidad. Una reflexión desde el magisterio filosófico de Leonardo Polo.
 
Sirvan estas breves líneas como modesto recuerdo del maestro de maestros Leonardo Polo Barrena (Madrid, 1919 - Pamplona, 2013): un convencido universitario que entregó toda su vida a la Universidad: catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Granada en 1952, marchando dos años después a la Universidad de Navarra para ser allí su primer profesor de Fundamentos de Filosofía, ejerciendo de manera ininterrumpida en su Facultad de Filosofía y Letras, de la cual fue el responsable de erigirla y ponerla en funcionamiento con decidido empeño.

Leonardo Polo Barrena.

La amplia producción bibliográfica de este prolífico filósofo merece catalogarse sin discusión como una de las mayores empresas intelectuales de la segunda mitad del siglo XX.
 
A continuación, quiero ofrecerte una síntesis de mi exposición en este Congreso:
 
"Los principales rankings mundiales especializados en educación universitaria no incluyen a ningún centro universitario de España entre los primeros del mundo. Permitiéndonos inferir que la Universidad en nuestro país no alcanza la excelencia académica con suficiente idoneidad y que, por consiguiente, atraviesa por un momento de crisis, a pesar de los continuos esfuerzos realizados por las autoridades universitarias frecuentemente encorsetados por una interminable burocracia.
Asimismo, no se nos oculta que este escenario resulta una consecuencia más de la seria crisis social e institucional que adolece nuestra época contemporánea, y que a su vez responde a una crisis aún más profunda, a saber: el progresivo olvido del valor de la persona y el desprecio de la dignidad de su ser.
A propósito de este asunto rescato algunas reflexiones del perenne magisterio del filósofo Leonardo Polo Barrena.
Resulta importante no olvidar que uno de los principios que fundamentan nuestra civilización occidental es la inclinación natural de la persona por buscar la verdad. Buscar la verdad es una actividad valiosa por sí misma, por lo que explica el que una persona se pueda sentir llamada a dedicarle completamente su vida.
Esta particular vocación ha sido asumida enteramente por la civilización cristiana, hasta el punto de institucionalizarla socialmente durante el siglo XIII al promover la creación de la Universidad. De esta manera la búsqueda de la verdad, ejecutada desde el ámbito universitario, se erige como un factor esencial de la trayectoria del Cristianismo dentro de la Historia de la Humanidad, que ha posibilitado además el desarrollo formal del conocimiento científico, tanto experimental como humanístico. Sin búsqueda de la verdad, sin Universidad, sin investigación científica, Occidente es incomprensible.
Todos los conocimientos en la Universidad, en rigor, se encuentran interconectados al modo del clásico “árbol del saber o de las ciencias” (las raíces son los saberes fundamentales, el tronco: los sustentantes, y las ramas: las múltiples especialidades). Sin embargo, la unidad de este “árbol” va rompiéndose a medida que los saberes absolutizan su emancipación académica, especialmente manifestada a través de posturas que únicamente consideran útiles a las ciencias experimentales mientras que totalmente prescinden de las ciencias humanas.
Estos planteamientos dificultan gravemente el crecimiento personal del ser humano y el progreso de la sociedad. “¿Cómo dirigir la marcha de la historia ‒se pregunta Polosólo con las ciencias de la naturaleza? Estamos haciendo una sociedad sin saber quiénes somos y, por tanto, estamos haciendo una sociedad sin saber para quién. Pretender dirigir la historia con esa ignorancia es un disparate”. La consecuencia inmediata de este reduccionismo en el ámbito académico es la pérdida de interdisciplinariedad entre ciencias, despreciándose así el carácter vertebrador del conocimiento humano ejercido por la Universidad. Precisamente esta falta de unidad resulta uno de los principales motivos que ha arrastrado a la actividad universitaria a su actual estado de crisis, provocando su transformación en lo que Polo llama una “pluriversidad”.
A la Filosofía y a su amorosa intencionalidad de buscar la verdad el profesor Polo encomienda la tarea de restaurar la unidad perdida del “árbol de las ciencias” ‒en donde metafóricamente se contiene el saber superior cultivado por la Universidad‒ y la de recuperar la inicial interdisciplinariedad entre los saberes.
El bien objetivo con el que la Universidad enriquece a la humanidad es el saber superior: “la cumbre del saber heredado”, que es resultado de una “larga y fecunda acumulación del saber logrado a lo largo de la historia”, y que “nunca está terminado”. Polo asigna a la Universidad una función directora sobre la vida de la persona y de la sociedad: el acceso a los saberes universitarios está totalmente justificado, pues por medio de él con mayor facilidad se podrá “evitar que la sociedad se estropee y acabe siendo ingobernable”.
Además, a la Universidad le corresponde la genuina misión de desarrollar prioritariamente el saber superior, esto es: continuar buscando la verdad e incrementar los saberes humanos (investigación), y luego tras esta primera tarea, también la de enseñarla (trasmisión) y la de extenderla a la sociedad (extensión universitaria). Conviene puntualizar que la labor de la Universidad no se limita a una cuestión de enseñanza: sería una pretensión estéril relegar la actividad universitaria a ser únicamente la cúspide del itinerario de una educación reglada.
Tras el convencimiento universitario que busca verdades existe una ética, que no admite la mentira en la propia vida de la persona. Recordando el versículo evangélico: “la verdad, os hará libres” (Jn 8, 32), Polo afirma que “la Universidad cumple su gran tarea para con la sociedad, formando hombres útiles, cuya utilidad se puede medir, sobre todo, en términos de verdad”. No hay que despistarse: la búsqueda de la verdad es el fin primario de la Universidad: Sin búsqueda de verdades superiores, no hay Universidad.
La Universidad necesita enseñar a sus alumnos a “ser universitario”, pues quien realmente sabe lo qué es ser universitario ése hace Universidad, tanto en el propio centro universitario como fuera de él. Todo alumno durante su paso por la universidad debiera experimentar cómo la Universidad efectivamente pasa por él. Éste es el objetivo que se ha de perseguir: prepararse para ser universitario “de por vida”.
“Ser universitario” es aprender a pensar, adquirir criterios propios, emplear la propia libertad responsablemente, saber tomar decisiones. “Ser universitario” se caracteriza por “estar en el extremo del saber”, y para lograrlo se ha de estudiar “sin parar, estudiando hasta que uno se muera”. “Ser universitario” requiere de “una gran paciencia” para no caer en el pesimismo ni en la desilusión, porque se trata “de dedicarse de por vida a la Universidad”, de entregarse a la búsqueda de la verdad.
Concluyendo. La superación de la crisis de la Universidad pasa por recuperar prioritariamente la unidad de sus saberes desde su misión de buscar la verdad, y por inocular eficientemente entre sus alumnos el “espíritu universitario”. Revertir esta situación se encuentra en cada uno de nosotros. Leonardo Polo recomienda: “no te limites a aprovecharte de la universidad; decídete a serla tú mismo”, así que sin demora te invito: ¡decídete a ser Universidad!".

 
Una versión completa de la comunicación aparecerá publicada en las actas de este XVIII Congreso Católicos y Vida Pública. Si tienes interés escríbeme y te la enviaré. Y, por supuesto, acepto con sumo gusto tus valoraciones.
 
En la Universidad CEU San Pablo de Madrid, a 11 de noviembre de 2016.

sábado, 23 de julio de 2016

Acciones, no lamentos. Pautas para la vida pública. Curso de verano de la ACdP en Santander 2016

Los días 22 y 23 de julio de 2016 se celebró el curso de verano de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), que tradicionalmente tiene lugar en el seminario diocesano de Monte Corbán de la ciudad de Santander, este año titulado Acciones, no lamentos. Pautas para la vida pública, y dirigido por el secretario general de la ACdP, don Antonio Rendón-Luna y de Dueñas

Quiero destacar seguidamente algunos de los momentos en los que tuve el honor de participar. Para una crónica completa y un buen número de fotografías puedes pinchar aquí.

Ana González Pescador, Carlos Romero Caramelo, monseñor Manuel Sánchez Monge, Alfredo Alonso.




El viernes día 22 de julio intervine en el acto de inauguración, en una mesa presidida por don Carlos Romero, presidente de la ACdP y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, acompañado de monseñor Manuel Sánchez Monge, obispo de Santander, y de  doña Ana María González Pescador, concejal y teniente de alcalde del excelentísimo ayuntamiento de Santander. Estas fueron mis palabras de bienvenida a los asistentes venidos de toda nuestra geografía española:


"Gracias presidente. En primer lugar darles a ustedes la bienvenida a Santander, y disculpar la presencia en esta mesa de don Antonio Rendón-Luna, nuestro secretario general y director de estas jornadas estivales de formación de la ACdP.
Mi papel como secretario de Centro, como la de años precedentes, se dirige a colaborar en todo aquello que la secretaría general precise para las sesiones académicas, y también las de convivencia entre propagandistas, resulten lo más provechosas posibles. Así que si en algo les puedo ayudar no duden en decírmelo.
Este “curso de verano”, que lleva por título Acciones, no lamentos. Pautas para la vida pública es un llamamiento a cada uno de todos ustedes, hermanos propagandistas, a ser realistas y a que pisemos el suelo que marca la actualidad social, pues sólo así podremos vivir el momento presente tan necesitado como está de nuestra eficaz inoculación de principios y de criterios, y de ese buen hacer que los hombres de espíritu con capacidad de dirección saben imprimir entre sus coetáneos.
Aunque ciertamente podríamos pararnos a deleitarnos y regodearnos en lamentarnos, y en señalar solamente aquello que no nos parece acerado, sin poner además nada de nuestra parte para arreglarlo y reconducirlo, ésta actitud, en rigor, es un comportamiento pesimista, quietista y que no conduce a nada.
Sin embargo, el propagandista no es una persona así. Si no que actúa con positividad siendo sus acciones orientadas por una finalidad que tiene su horizonte en las pautas enseñadas en el Evangelio, siempre luminoso y esperanzador.
Cómo habrán podido comprobar en el programa, se abordarán diversas temáticas de la vida pública: el ámbito natural en el que se desenvuelve el propagandista. Así, se repasarán nociones y se adquirirán herramientas sobre economía, actualidad social, mass media, acción social, Doctrina Social de la Iglesia y acción política. En esto, y en mucho más ha de estar un propagandista.
Confío en que sus expectativas no quedarán defraudadas".

El sábado día 23 de julio la actividad académica de las jornadas de formación de la ACdP se trasladó a Mazcuerras -reconocido como uno de los "pueblos más bonitos de Cantabria"-, allí los alumnos fueron recibidos en la casa gótica, en donde se ofreció un recorrido por la interesante y bella arquitectura civil de este municipio a cargo del historiador local don Francisco Javier González Rebanal, autor del libro Pedro Fernández Campa y su  proyecto en Mazcuerras.
A continuación se celebró la segunda y última mesa redonda programada del curso de verano: Reverdecer la acción política actual, ¿un reto imposible?, compuesta por don José Peña González, catedrático emérito de Derecho Constitucional de la Universidad San Pablo CEU, don Javier Puente Redondo, ingeniero y exdiputado en Cortes en la X Legislatura, y don Ildefonso Calderón Ciriza, médico y diputado en el Parlamento de Cantabria, y moderada en esta ocasión por mi. A modo de introducción dirigí las siguientes reflexiones (omito las presentaciones de los ponentes):
Momento del intenso debate de la mesa redonda en la Casa Gótica del Ayuntamiento de Mazcuerras.




"Buenas tardes. En primer lugar dar las gracias al Excmo. Ayto. de Mazcuerras por la generosa y cálida acogida que ofrece hoy a la ACdP en ésta su casa gótica.
Llegamos al último de los actos académicos de estas jornadas estivales de formación de la ACdP. Tras repasar otros ámbitos de actuación propios de la vida pública, nos vamos a centrar en la acción política, una dedicación definida recientemente por el papa Francisco como “una de las formas más altas de caridad”.
Hace unas semanas, en otro foro académico –al menos tan respetable e ilustre como éste-, un importante dirigente de un histórico partido político español desahogaba su ideologizada falta de altura de miras afirmando sin rubor alguno que “el catolicismo contamina la esencia del ser español”. Aseveraciones como éstas –si ustedes me lo permiten- denotan una notable falta de madurez histórica y una insondable ignorancia de la historia de nuestro país. Asimismo así resulta patente el obstinado objetivo de borrar de nuestra memoria el significativo papel que la Religión católica jugó en la edificación de lo que hoy por hoy todavía denominamos España, demonizando y desprestigiando mediáticamente a sus protagonistas.
Actitudes como éstas, sumadas a otros escandalosos comportamientos muy alejados de la prudente virtud política, están alejando a la “clase política” de la ciudadanía, provocando que pierdan el interés por lo público acabando en situaciones totalmente idiotas, si atendemos al riguroso significado etimológico griego.
La preocupación por “lo público” es una cuestión de primer orden y de primera necesidad. El monopolio de “lo político”, por parte de aquellos estrictamente ocupados en su propio interés particular en lugar del bien común, está causando que para la ciudadanía la política sea una actitud caduca y muy separada de sus prioridades reales.
Esta mesa redonda, lejos de posiciones pesimistas, quiere reflexionar si es posible reverdecer la acción política actual, y en tal caso cómo realizarlo.
Afortunadamente contamos con unos ponentes que, tanto pos sus conocimientos como por su experiencia, pueden ofrecernos sugerentes líneas de consideración y acertados criterios para refortalecer el tejido socio-político de España, tan necesitado de regeneración educativa, política e institucional".

Tras casi dos horas de interesantes reflexiones por parte de los ponentes y de un sugerente debate posterior a raíz de las atinadas preguntas de los presentes, llegó el momento del acto de clausura presidido conjuntamente por don Francisco Javier Camino Conde, alcalde de Mazcuerras, don Antonio Rendón-Luna, secretario general de la ACdP y director de estas Jornadas; antecediéndoles en el uso de la palabra expresé estas palabras de agradecimiento y de despedida:
A. Rendón, F. J. Camino y A. Alonso en la Casa Gótica del Ayuntamiento de Mazcuerras.


"Llegamos al término de la actividad académica de estas jornadas estivales de formación de la ACdP.
Es el momento de agradecer el abnegado trabajo de todas las personas que han participado en su desarrollo. Gracias a los ponentes, a sus presentadores y a los moderadores de mesa. Gracias al buen hacer de la secretaría general, y a nuestro secretario general y director de estas Jornadas, don Antonio Rendón-Luna. Yo, como secretario del Centro de Santander, he intentado colaborar en lo que se me ha pedido, como así realicé en ediciones anteriores.
Y, gracias a ustedes especialmente. Sin su asistencia y activa participación este curso de verano, este encuentro –marcado por la altura de miras y una clara vocación de servicio por el bien común- no cumpliría su finalidad, a saber: ampliar nuestra formación e incrementar nuestra unidad asociativa, un objetivo de primera necesidad dentro de nuestra organización.
Quiero rescatarles un breve fragmento de la oración fúnebre dirigida por Ángel Herrera Oria, ya obispo de Málaga, durante el funeral de nuestro fundador: el padre Ángel Ayala, que considero recobra su actualidad en el momento presente. Dice en aquel momento monseñor Herrera Oria:

“En el desorden de principios de siglo [XX], nada le entristecía tanto [al padre Ayala] como la inacción de los católicos, más dados a la crítica y a la murmuración que a la acción eficaz y profunda”.

Es el momento para la acción, compañeros propagandistas. Ésta es la consigna que Ángel Herrera entrega esta tarde a cada uno de todos nosotros.
Aunque nuestra acción ha de estar precedida y acompañada por los siempre necesarios momentos de oración, si queremos que nuestra acción sea eficaz y eficiente.
Además, nuestra acción –nos recomienda Herrera- no puede realizar concesiones al pesimismo ambiental, el cual arrastra a la crítica fácil y a las quejas.
Confío que ya a la vuelta, en sus respectivas ciudades, enardecidos sus corazones y estimuladas sus voluntades, trasladen este sano propósito y positiva actitud ante la ingente labor apostólica que nos trae el día a día dentro de nuestra participación en la vida pública.
Lo repito una vez más: Acciones, no lamentos. Buen viaje".

Aprovechando nuestra presencia en Mazcuerrras, alumnos y ponentes nos acercamos al monumento que en esta localidad se erige en honor a los foramontanos, aquellos que en tiempo de La Reconquista demostraron la valentía de partir a repoblar el resto de la península Ibérica (en este mismo blog le dedicamos un post en octubre de 2012), por lo que con orgullo puede decirse: "Hispania hic íncipit - Aquí comienza España".
Participantes de las jornadas de formación de la ACdP ante el monumento de los foramontanos (Mazcuerras).










miércoles, 29 de junio de 2016

Europa, vocación y destino de España, por Dr. Marcelino Oreja Aguirre. Conferencia ACdP Santander - Aula Ángel Herrera Oria

El Ateneo de Santander acogió el miércoles 29 de junio de 2016 la conferencia organizada por el Centro de Santander de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP): Europa, vocación y destino de Europa, impartida por el propagandista Marcelino Oreja Aguirre, ex ministro de Asuntos Exteriores y actual presidente del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad San Pablo CEU.


El presidente del Ateneo Manuel Ángel Castañeda ofreció la bienvenida al nutrido público congregado que superó las 190 personas, entre las que se encontraban el obispo de Santander monseñor Manuel Sánchez Monge, el comandante naval de Santander, el director de la sección de Desarrollo Rural de la Fundación Botín, representantes de las delegaciones diocesanas de Apostolado Seglar y de Familia y Vida, y miembros de la junta directiva del Ateneo, del Centro de Estudios Montañeses, de la Fundación Torres Quevedo y de la Real Sociedad Menéndez Pelayo.

M. A. Castañeda, M. Oreja, mons. M. Sánchez y A. Alonso

Tras presentación realizada por el consejero nacional y secretario del Centro de Santander de la ACdP Alfredo Alonso García -que se incorpora más abajo-, el conferenciante comenzó desgranando el título de su ponencia, justificando con sólidos argumentos tanto históricos como políticos el genuino engarce de España con Europa y viceversa.

Al hilo de su exposición se detuvo singularmente en la figura de Ángel Herrera Oria, a la sazón primer presidente de la ACdP, para destacar su indudable "carácter europeizador" -al decir de Pedro Laín Entralgo-, un firme convencimiento que procuró irradiar en las múltiples obras que promovió durante su vida.

Marcelino Oreja, haciéndose eco de la actualidad política europea, ofreció al atento auditorio una rigurosa reflexión a propósito de la reciente decisión del Reino Unido de separarse de la Unión Europea: el brexit. Todo ello suscitó un animado coloquio posterior, finalizando la conferencia con un prolongado aplauso.


Siguen a continuación las palabras de presentación del ponente:



"Buenas tardes. Giovanni Reale a lo largo de su libro Las raíces culturales y espirituales de Europa (Herder, 2003)presenta persuasivos y sólidos argumentos de la profunda necesidad de que Europa inicie cuánto antes un nuevo proceso de “renacimiento”: un proceso que permita al ciudadano europeo de hoy redescubrir sus orígenes y reconocer la grandeza del legado del cual es directo custodio, a saber: la filosofía griega, el derecho romano y la fe en Jesucristo. Además, cualquier manifestación de repulsa a tan magna herencia -subraya el eminente filósofo italiano-, representa una clara negación del esperanzador horizonte que siempre ha enarbolado el común proyecto de Europa.

Al hilo de estas ideas, permítanme recuperar la figura de un paisano nuestro: el santanderino Ángel Herrera Oria, a la sazón primer presidente de nuestra asociación: la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
Ángel Herrera fue muy consciente del relevante papel de Europa y lo que ella representaba para España, una postura que reconoció públicamente Pedro Laín Entralgo, quien destacó de él ‒entre otras facetas‒ su “carácter europeizador”.
Veamos dos fragmentos de sus pensamientos que ejemplifican este convencimiento.
El 22 de enero de 1926 durante un discurso en el Centro escolar y mercantil de Valencia, Herrera Oria mientras desgranaba nuestra tradición histórica expuso que “España, en los siglos XV y XVI, fue grande porque actuó con un espíritu verdaderamente europeo”.
Y, un par de años después, el 8 de diciembre de 1928 el Centro de Cádiz de la ACdP celebró un círculo de estudios extraordinario en la Academia de Santa Cecilia de la ciudad gaditana, entre los ponentes, su presidente, Ángel Herrera, quién se dirigió al auditorio con una charla titulada Una cultura unánime y total; en ella se incidió en la necesidad de la formación de personas selectas con capacidad de dirección. Cito un extracto:

“Pocas cosas hacen tanta falta como una minoría selecta, unida por un pensamiento claro y común sobre puntos fundamentales. Hay que volver a reconstruir algo […] hoy perdido: una cultura unánime y total. No nos damos cuenta del enorme sentido social y expansivo que tenían las cosas todas, cuando Europa tenía un mismo lenguaje espiritual, una misma cultura cristiana. Hoy las almas hablan lenguaje diferente. Entre espíritus que piensan de modo vario y distinto acerca de las nociones fundamentales autoridad, familia, religión, patria– no hay diálogo posible […] es preciso empezar por el principio, por reconquistar lo perdido, por reconstruir la claridad de las nociones”. Hasta aquí las palabras de Herrera Oria.

La actualidad vuelve a poner a Europa en nuestros labios, invitándonos a repensar el ser de Europa, cómo fortalecerla y qué direccionalidad ha de tomar la común alianza entre los países que la conforman.
Así pues, el Centro de Santander de la ACdP se honra en presentar esta tarde a una persona que con su pausada reflexión y eficaz acción puede irradiar luz sobre estas cuestiones y otras muchas más: me refiero a don Marcelino Oreja Aguirre, a quien agradezco profundamente el que haya aceptado nuestra invitación. Nos encontramos ante una persona de una excepcional trayectoria profesional y sobre todo humana, jalonado de múltiples méritos, permítanme reseñar tan solo unos pocos de ellos.
Don Marcelino es licenciado y doctor en Derecho. Ademáses doctor honoris causa por las Universidades de Zaragoza y de Sevilla. Diplomático de carrera, actualmente con la máxima categoría: Embajador de España. Ha sido ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de UCD de Adolfo Suárez, de feliz memoria (1976-1980).
Nuestro ponente resulta un profundo conocedor de lo que significa la construcción de la moderna Europa, como ponen de manifiesto algunas de estas responsabilidades y reconocimientos, a modo de ejemplo: Secretario General del Consejo de Europa; europeo del Año por la Fundación Europea de la Ciencia del Arte y de la Cultura en el Palacio del Senado de la República Francesa; presidente de la Comisión Mixta Congreso-Senado en la Cortes Generales para Asuntos Europeos; parlamentario europeo y presidente de la Comisión Institucional del Parlamento; asimismo, miembro de la Comisión de las Comunidades Europeas, responsable de Transporte y Energía en calidad de comisario europeo; profesor titular de la Cátedra Jean Monnet de Instituciones Europeas en la Universidad Complutense de Madrid.
También pertenece a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que ha sido su presidente, y actualmente su presidente de Honor.
No está de más señalar que esta misma mañana ha recibido la medalla de honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). 
En la actualidad preside el Instituto de Estudios Europeos de la Universidad CEU San Pablo.
Finalmente, ha de decirse que don Marcelino también es propagandista, lo que supone todo un orgullo para nuestra Asociación contar con su persona. Resulta un auténtico ejemplo a seguir por los que somos más jóvenes porque en él se conjuga el ideal perfilado por Ángel Herrera Oria: ser hombres de acción con espíritu sobrenatural de la realidad.
Europa, vocación y destino de España. Éste es el título de la ponencia que esta tarde les ofrecemos. Don Marcelino, suya es la palabra".


Como ha quedado dicho más arriba, don Marcelino recibió esta misma mañana la medalla de honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, acto al cual asistí y que contó con la presencia del ministro de Educación don Íñigo Méndez de Vigo.

En Santander, a 29 de junio de 2016.