El bicentenario de la Constitución promulgada en Cádiz el 19
de marzo de 1812 ocupa casi por completo la agenda histórico-política de España
de este año. Cantabria también se vio enriquecida por tan singular publicación,
que en este mes de agosto cumple su doscientos aniversario. En recuerdo de este
momento histórico de nuestra intrahistoria rescatemos algunas de las vicisitudes
que acompañaron tal acontecimiento, y que descubrí durante mi trabajo de investigación predoctoral "Acciones y tensiones políticas en tiempos de guerra. Cantabria 1808-1814".
La Guerra de la Independencia en Las
Montañas de Santander acusó un importante cambio durante los meses de julio y
agosto de 1812. Las tropas francesas fueron abandonando el territorio cántabro que
ocupaban, permitiendo, por tanto, que las autoridades pro-borbónicas asumieran
el gobierno en las poblaciones montañesas, excepto en la de Santoña, donde los
soldados josefinos finalmente se acantonaron hasta el final de la guerra en
mayo de 1814.
Los soldados franceses
liderados por el general Dubreton, máxima autoridad francesa en la provincia, se
marcharon definitivamente de la ciudad de Santander el 3 de agosto de 1812. Ese
mismo día, las tropas pro-borbónicas entraron en la plaza santanderina, tomando
posesión del gobierno de la provincia el coronel Antonio Joaquín Calera, en
razón del nombramiento que el general Gabriel de Mendizábal, general en jefe
del 7º Ejército, con autoridad sobre la provincia de Santander, le procuró en
Potes en marzo de 1812 como gobernador militar y político de las Cuatro Villas
de la Costa de la Mar de Cantabria, “a quien concedo –dice el Nombramiento−
toda la autoridad y facultades que han tenido sus antecesores, las que le serán
guardadas por las jurisdicciones así civiles como militares sujetas al rey
nuestro señor don Fernando VII”. Al día siguiente llegó la autoridad civil
económica, Francisco Javier de Villanueva en calidad de ministro principal de
hacienda con funciones de intendente.
En virtud de la
liberación de la provincia de Santander de la ocupación francesa, la Regencia desde
Cádiz emitió el 8 de agosto de 1812 una Orden con una serie de pautas para
regular la organización política-administrativa de la provincia. Además de
encargar el restablecimiento del orden y la conservación de la tranquilidad
pública y el inmediato cese de las autoridades nombradas por “el gobierno
intruso”, también encarecía que se acelerase en todo lo posible la publicación
de la Constitución política de la
Monarquía Española, pero esta Orden no llegó a Santander hasta el 15 de
septiembre.
Sin embargo el gobernador
Calera tuvo la intuición de anticipar a la población cántabra el contenido de la
Constitución antes de que la Regencia
se lo indicara. Un Edicto de 9 de agosto del gobernador comunicaba a los
habitantes de Santander que al día siguiente se publicaría la Carta Magna aprobada
por las Cortes de Cádiz. El documento ordenaba que los vecinos debían
apresurarse a adornar y cubrir sus balcones con todo el aseo y esmero, que el
día siguiente nadie debía trabajar y que debía guardarse como festivo riguroso,
y que en esa noche y en las de los dos sucesivos se iluminase toda la ciudad “para
así continuar demostrando el júbilo y regocijo general que resulta a los nobles
y leales habitantes de verse libres de la tiranía opresora y restituidos a la
tan deseada como interesante tranquilidad, como por los felices progresos de
las armas de la nación”.
Efectivamente, el 10 de
agosto de 1812 con toda solemnidad se proclamó la Constitución gaditana en la ciudad de Santander, ante un numeroso
concurso de gentes que se congregó ante el ayuntamiento, convocadas allí al
replique de las campanas de la catedral que anticipó el acto que dio comienzo a
las 4 de la tarde. Así, los artículos de la nueva Constitución fueron leídos con comprensibles voces, y a su
finalización se escucharon múltiples vivas y aclamaciones al rey Fernando VII,
todavía en cautividad en Francia, y a la Nación española.
Cuatro días después, el
14 de agosto, el ayuntamiento de Santander realizó una convocatoria para
celebrar al día siguiente una Misa solemne de acción de gracias. De ese modo, el
15 de agosto se presentó en la catedral un incontable número de vecinos de la
misma ciudad, de los barrios de Miranda, Cajo y Pronillo, de los cuatro Lugares
de su jurisdicción (Cueto, Monte, San Román y Peña de Castillo), y de otros
lugares de la provincia. A las diez menos cuarto de la mañana llegaron las
autoridades en desfile desde el ayuntamiento, encabezados por el estandarte
Real portado por el alférez mayor Antonio de Gordey, siendo recibidos por el
cabildo eclesiástico a la puerta principal de la catedral. Tras el Evangelio, previa
lectura de la Constitución el cura
párroco fray Gregorio de Rueda dirigió una breve exhortación patriótica a los
allí reunidos. Al acabar las palabras del religioso, el gobernador Calera y el
alcalde mayor Julián Bringas subieron al presbiterio desde donde juraron
públicamente guardar y hacer guardar la Carta Magna. Posteriormente el
gobernador interpeló a la población allí reunida (incluido el clero), la cual
contestó afirmativamente al juramento a una sola y diáfana voz. La Misa terminó
con el tradicional Te Deum.
La publicación de la Constitución y, por tanto, su entrada en vigor tuvo como inmediata
consecuencia el cese de las funciones de la junta superior de Santander, que justificaba
su existencia mientras que Cantabria estuviera ocupada por los franceses, pero
una vez liberada la Regencia la incluyó bajo la jurisdicción de la junta
superior de Burgos. Sin embargo, la junta superior de Santander no aceptó esta
decisión de la Regencia hasta unos meses más tarde, actuando como si
representase a un territorio independiente de Burgos.
Santander, a 10 de agosto de 2012.
Alfredo Alonso es autor de Acciones militares y gestiones de guerra. Cantabria (1808-1814) editado por CEU Ediciones.