miércoles, 31 de diciembre de 2008
Amor constante más allá de la muerte. Quevedo
sombra, que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso linsojera;
mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley servera;
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido.
Polvo serán, mas polvo enamorado.
Francisco de Quevedo
lunes, 29 de diciembre de 2008
Christifideles Laici (XIX). JP II Vocaciones (I)
Hoy, último lunes del año, como en los pasados, también os rescato un fragmento de la exhortación apostólica Christifideles laici del Papa Juan Pablo II (1988). Este texto te invita a considerar tu estado de vida en medio de la Sociedad. Buscar el lugar en el que situarse y ubicarse en esta vida supone encontrar "tu" vocación (recuerda que vocación procede del latín vocare, que significa llamar). Descubrir tu vocación es encontrar aquello que te hace feliz. Descubrir tu vocación es encontrar tu lugar en la vida. Descubrir tu vocación es encontrar aquello para lo cual estás llamado, es decir, aquello para lo que vales en esta vida. Esa personal y singular llamada es única e inigualable porque sólo te corresponde a ti responderla. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!
Estados de vida y vocaciones
55. Obreros de la viña son todos los miembros del Pueblo de Dios: los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los fieles laicos, todos a la vez objeto y sujeto de la comunión de
Ya en el plano del ser, antes todavía que en el del obrar, los cristianos son sarmientos de la única vid fecunda que es Cristo; son miembros vivos del único Cuerpo del Señor edificado en la fuerza del Espíritu. En el plano del ser: no significa sólo mediante la vida de gracia y santidad, que es la primera y más lozana fuente de fecundidad apostólica y misionera de
Así el estado de vida laical tiene en la índole secular su especificidad y realiza un servicio eclesial testificando y volviendo a hacer presente, a su modo, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, el significado que tienen las realidades terrenas y temporales en el designio salvífico de Dios. A su vez, el sacerdocio ministerial representa la garantía permanente de la presencia sacramental de Cristo Redentor en los diversos tiempos y lugares. El estado religioso testifica la índole escatológica de
Todos los estados de vida, ya sea en su totalidad como cada uno de ellos en relación con los otros, están al servicio del crecimiento de
De este modo, el único e idéntico misterio de
En Santoña, a 29 de diciembre de 2008.
jueves, 25 de diciembre de 2008
Te diré mi Amor, Rey mío. P. Rufino Mª Grández
Si quieres escuchar el canto de este Himno litúrgico pincha aquí.
Te diré mi amor, Rey mío,
en la quietud de la tarde,
cuando se cierran los ojos
y los corazones se abren.
Te diré mi amor, Rey mío,
con una mirada suave,
te lo diré contemplando
tu cuerpo que en pajas yace.
Te diré mi amor, Rey mío,
adorándote en la carne,
te lo diré con mis besos,
quizá con gotas de sangre.
Te diré mi amor, Rey mío,
con los hombres y los ángeles,
con el aliento del cielo
que espiran los animales.
Te diré mi amor, Rey mío,
con el amor de tu Madre,
con los labios de tu Esposa
y con la fe de tus mártires.
Te diré mi amor, Rey mío,
¡oh Dios del amor más grande!
¡Bendito en
que has venido a nuestro valle! Amén.
P. Rufino María Grández, pbro. OFMCap.
Retablo: La Virgen de las Rocas (Juan Bautista, la Virgen María, el ángel Uriel y el niño Jesús). Leonardo da Vinci.
En Boo de Piélagos, a 25 de diciembre de 2008, celebrando con gozo la Pascua de la Natividad de N. S. Jesucristo. ¡Feliz Navidad!
lunes, 22 de diciembre de 2008
Christifideles Laici. JP II (XVIII) Los enfermos y sufridores
Los enfermos y los que sufren
53. El hombre está llamado a la alegría, pero experimenta diariamente tantísimas formas de sufrimiento y de dolor. En su Mensaje final, los Padres sinodales se han dirigido con estas palabras a los hombres y mujeres afectados de las más diversas formas de sufrimiento y de dolor, con estas palabras: «Vosotros, los abandonados y marginados por nuestra sociedad consumista; vosotros, enfermos, minusválidos, pobres, hambrientos, emigrantes, prófugos, prisioneros, desocupados, ancianos, niños abandonados y personas solas; vosotros, víctimas de la guerra y de toda violencia que emana de nuestra sociedad permisiva:
En el contexto de un mundo sin confines, como es el del sufrimiento humano, dirijamos ahora la atención a los aquejados por la enfermedad en sus más diversas formas. Los enfermos, en efecto, son la expresión más frecuente y más común del sufrir humano.
Las palabras del apóstol Pablo han de convertirse en su programa de vida y, antes todavía, son luz que hace resplandecer a sus ojos el significado de gracia de su misma situación: «Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es
El hombre que sufre es camino de
A lo largo de los siglos, la comunidad cristiana ha vuelto a copiar la parábola evangélica del buen Samaritano en la inmensa multitud de personas enfermas y que sufren, revelando y comunicando el amor de curación y consolación de Jesucristo. Esto ha tenidó lugar mediante el testimonio de la vida religiosa consagrada al servicio de los enfermos y mediante el infatigable esfuerzo de todo el personal sanitario. Además hoy, incluso en los mismos hospitales y nosocomios católicos, se hace cada vez más numerosa, y quizá también total y exclusiva, la presencia de fieles laicos, hombres y mujeres. Precisamente ellos, médicos, enfermeros, otros miembros del personal sanitario, voluntarios, están llamados a ser la imagen viva de Cristo y de su Iglesia en el amor a los enfermos y los que sufren.
En Barcelona, a 22 de diciembre de 2008.
lunes, 15 de diciembre de 2008
Christifideles Laici (XXVII) JPII Colaboración hombres y mujeres
Copresencia y colaboración de los hombres y de las mujeres
52. (...), diversas situaciones eclesiales tienen que lamentar la ausencia o escasísima presencia de los hombres, de los que una parte abdica de las propias responsabilidades eclesiales, déjando que sean asumidas sólo por las mujeres, como, por ejemplo, la participación en la oración litúrgica en la iglesia, la educación y concretamente la catequesis de los propios hijos y de otros niños, la presencia en encuentros religiosos y culturales, la colaboración en iniciativas caritativas y misioneras.
Se ha de urgir pastoralmente la presencia coordinada de los hombres y de las mujeres para hacer más completa, armónica y rica la participación de los fieles laicos en la misión salvífica de
La razón fundamental que exige y explica la simultánea presencia y la colaboración de los hombres y de las mujeres no es sólo, como se ha hecho notar, la mayor significatividad y eficacia de la acción pastoral de
Precisamente por esto, el modo más común y capilar, y al mismo tiempo fundamental, para asegurar esta presencia coordinada y armónica de hombres y mujeres en la vida y en la misión de
En Barcelona, a 15 de diciembre de 2008.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Christifideles Laici (XXVI) JP II Misión de hombres y mujeres
Misión en la Iglesia y en el mundo
51. (...) la mujer, lo mismo que el varón, es hecha partícipe del triple oficio de Jesucristo Sacerdote, Profeta, Rey; y, por tanto, está habilitada y comprometida en el apostolado fundamental de la Iglesia: la evangelización. Por otra parte, precisamente en la realización de este apostolado, la mujer está llamada a ejercitar sus propios «dones»: en primer lugar, el don de su misma dignidad personal, mediante la palabra y el testimonio de vida; y después los dones relacionados con su vocación femenina. (...).
Es del todo necesario, entonces, pasar del reconocimiento teórico de la presencia activa y responsable de la mujer en la Iglesia a la realización práctica. Y en este preciso sentido debe leerse la presente Exhortación, la cual se dirige a los fieles laicos con deliberada y repetida especificación «hombres y mujeres». Además, el nuevo Código de Derecho Canónico contiene múltiples disposiciones (...) que exigen ser más ampliamente conocidas, y puestas en práctica (...).
Ha de pensarse, por ejemplo, en la participación de las mujeres en los Consejos pastorales diocesanos y parroquiales, como también en los Sínodos diocesanos y en los Concilios particulares. En este sentido, los Padres sinodales [del Concilio Vaticano II] han escrito: «Participen las mujeres en la vida de la Iglesia sin ninguna discriminación, también en las consultaciones y en la elaboración de las decisiones». (...).
En el ámbito más específico de la evangelización y de la catequesis hay que promover con más fuerza la responsabilidad particular que tiene la mujer en la transmisión de la fe, no sólo en la familia sino también en los más diversos lugares educativos y, en términos más amplios, en todo aquello que se refiere a la recepción de la Palabra de Dios, su comprensión y su comunicación, también mediante el estudio, la investigación y la docencia teológica. (...).
El «discernimiento», del que habla muchas veces el apóstol Pablo, no consiste sólo en la ponderación de las realidades y de los acontecimientos a la luz de la fe; es también decisión concreta y compromiso operativo, no sólo en el ámbito de la Iglesia, sino también en aquél otro de la sociedad humana.
Se puede decir que todos los problemas del mundo actual -de los que ya hablaba la segunda parte de la Constitución conciliar Gaudium et spes, y que el tiempo no ha resuelto en absoluto, ni los ha atenuado- deben ver a las mujeres presentes y comprometidas, y precisamente con su aportación típica e insustituible.
En particular, dos grandes tareas confiadas a la mujer merecen ser propuestas a la atención de todos.
En primer lugar, la responsabilidad de dar plena dignidad a la vida matrimonial y a la maternidad. Nuevas posibilidades se abren hoy a la mujer en orden a una comprensión más profunda y a una más rica realización de los valores humanos y cristianos implicados en la vida conyugal y en la experiencia de la maternidad. El mismo varón -el marido y el padre- puede superar formas de ausencia o presencia episódica y parcial, es más, puede involucrarse en nuevas y significativas relaciones de comunión interpersonal, gracias precisamente al hacer inteligente, amoroso y decisivo de la mujer.
Después, la tarea de asegurar la dimensión moral de la cultura, esto es, de una cultura digna del hombre, de su vida personal y social. El Concilio Vaticano II parece relacionar la dimensión moral de la cultura con la participación de los laicos en la misión real de Cristo. (...).
«No es bueno que el hombre esté solo; quiero hacerle una ayuda semejante a él» (Gn 2, 18). Dios creador ha confiado el hombre a la mujer. Es cierto que el hombre ha sido confiado a cada hombre, pero lo ha sido en modo particular a la mujer, porque precisamente la mujer parece tener una específica sensibilidad —gracias a su especial experiencia de su maternidad— por el hombre y por todo aquello que constituye su verdadero bien, comenzando por el valor fundamental de la vida. ¡Qué grandes son las posibilidades y las responsabilidades de la mujer en este campo!; especialmente en una época en la que el desarrollo de la ciencia y de la técnica no está siempre inspirado ni medido por la verdadera sabiduría, con el riesgo inevitable de «deshumanizar» la vida humana, sobre todo cuando ella está exigiendo un amor más intenso y una más generosa acogida. (...). En esta perspectiva se debe considerar también la presencia del varón, junto con la mujer.
En Pozuelo de Alarcón, a 8 de diciembre de 2008. Solemnidad de la Inmaculada Concepción.
viernes, 5 de diciembre de 2008
Los idiomas de España. Lenguas del Estado Español
Por cierto, en el minuto 8 hay unas magníficas imágenes de Santander.
En Santander, a 5 de diciembre de 2008.
lunes, 1 de diciembre de 2008
Christifideles Laici (XXV). JPII Fundamentos antropológicos hombre y mujer
Fundamentos antropológicos y teológicos
50. La condición para asegurar la justa presencia de la mujer en
Empeñándose en la reflexión sobre los fundamentos antropológicos y teológicos de la condición femenina,
La lectura de
La meditación sobre los fundamentos antropológicos y teológicos de la mujer debe iluminar y guiar la respuesta cristiana a la pregunta, tan frecuente, y a veces tan aguda, acerca del espacio que la mujer puede y debe ocupar en
En Boo de Piélagos, a 1 de diciembre de 2008.