domingo, 18 de mayo de 2008

Catalanismo y Tradición catalana. F. Canals Vidal. Scire. Barcelona, 2006.

Catalanismo y Tradición catalana (Scire. Barcelona, 2006). Este es el título de uno de los últimos libros del prolífico filósofo Francisco Canals (Barcelona, 1922) que recoge una serie de artículos -todos ellos fabulosos- que derraman abundante "luz" sobre la delicada, compleja y, a veces, en consecuencia de ello también obscura cuestión de rabiosa actualidad que confunde el tradicionalismo político y el nacionalismo de corte catalán.



























No voy resumir aquí el contenido de los ocho artículos, tan solo quiero presentar alguna de sus desveladoras enseñanzas para que cuando después de haberlas leído obtengas tus propias conclusiones.
La lectura de sus páginas, querido lector, te permitirá comprender adecuadamente uno de los pasajes esenciales de la Historia Contemporánea de España. Concretamente aquel que "marca" su comienzo, a saber: la Guerra de Sucesión entre los Austrias (el archiduque Carlos de Austria) y los Borbones (Felipe de Anjou, futuro Felipe V) por la Corona Española (1700-15), considerando el trascendental papel que jugó Cataluña en la defensa de los valores y tradiciones que caracterizó al pueblo español hasta ese momento frente a las perversiones morales e institucionales que el cambio de dinastía provocaría. La lectura de este libro puede ser realmente útil para aquellos alumnos de Bachillerato que estudien este periodo de la Historia de España porque les aclarará algunos "porqués" que los libros de texto, y desgraciadamente algunos profesores, nunca explican.

Entre este selecto elenco de artículos quiero destacar la comparación entre los partidarios de los Austrias y de los Borbones en Cataluña en el ámbito académico intelectual (que lógicamente tuvo su manifestación en las costumbres y tradiciones de la Sociedad catalana de la época -s. XVIII-). Los catalanes tradicionalistas -fieles a la dinastía de los Habsbugo- en las universidades de la época (los Estudios Generales) tuvieron como modelo de enseñanza la doctrina de santo Tomás de Aquino. Mientras que los catalanes botiflers -fieles a Felipe de Anjou- siguieron las enseñanzas de Francisco Suárez.

Antes de continuar, a modo de paréntesis, aclaremos qué significa "botifler". Es el nombre que designaba al partidario de Felipe V en Cataluña. Los botiflers, generalmente aristócratas y nobles catalanes, apoyaron el cambio de dinastía, ganándose su favor, para aumentar su poder. Para los amantes de la etimología decir que este término deriva del francés belle fleur (bella flor) aludiendo a la flor de lys plateada sobre fondo azul que compone el escudo de armas borbónico. Actualmente este término es usado por los nacionalistas catalanes, a mi juicio erróneamente porque no se emplea con su significado original, para denominar a los catalanes, que según ellos, están próximos al "nacionalismo español".


¿Qué consecuencias tienen esta división de autoridades filosóficas en las tradiciones? Expliquémoslo brevemente. Santo Tomás de Aquino (1225-74) fue el filósofo y teólogo dominico que enseñó, como nadie lo ha hecho hasta ahora, con sus iluminadoras obras las respuestas a los grandes "porqués" del hombre. Con él el eficaz método pedagógico escolástico llegó a su plenitud. Su doctrina fundamenta las costumbres y las tradiciones guiadas por la recta razón en el ejercicio de las virtudes. Francisco Suárez (1548-1617) fue un filósofo y teólogo jesuita. Su filosofía, que desgraciadamente "edulcora" la doctrina tomista, fue adoptada por aquellos que quisieron desmarcarse de la "voz" de la razón, y por tanto, de las buenas costumbres, para abandonarse en la "voz" de su propia voluntad. Hablando en plata: aquellos que querían hacer lo que les daba la gana, para autojustificarse dieron mayor autoridad al suarismo, que toleraba una interpretación de la realidad no tan objetiva como el tomismo enseña, y por tanto, menos exigente en la rectitud de las costumbres. Así, abandonando las enseñanzas tomistas se dio rienda suelta a una filosofía subjetivista, que se materializó en una revisión de las costumbres y de las tradiciones de los siglos posteriores, revisión que se acentuó con la filosofía cartesiana y con filosofías posteriores.

La filosofía suarista y sus consecuencias en las "rectitud" de las costumbres y de las tradiciones impregnaba los ambientes académicos e intelectuales de la sociedad francesa (pensar que las Disputaciones metafísicas de Suárez fueron el "libro de texto" de las universidades de la época). De manera que la oposición de Cataluña al pretendiente francés al trono español no era gratuita, sino porque con ella se quiso preservar la "liberarización" (para mal) de tradiciones y de costumbres que el futuro rey podría permitir a la Sociedad. En el fondo, la "lucha" no estaba centrada por el poder político sino por la defensa de la integridad y la bondad de las tradiciones. Este hecho, precisamente, me parece clave para poder entender este pasaje de la Historia. Lo cual me lleva a pensar, ¿qué tiene de importante la rectitud de las costumbres en la sociedad que es capaz de provocar su oposición -llevada incluso a la guerra- cuando una entidad ajena la pone en peligro?


Otra idea sugerente, y en la que no voy a entrar, es el sutil matiz que Canals introduce al manifestar que el Nacionalismo catalán actual no es más que la continuación de las tradiciones que los Borbones introdujeron pero adoptando el nombre de Catalanismo, para hacernos creer que vuelve a la defensa y recuperación de la Cataluña tradicional. Sin embargo, esto no es así. Si no, ¿por qué afirma Prat de la Riba, padre del Nacionalismo catalán actual, que a los defensores de las tradiciones en aquella gesta heroica -singularizada en el sitio de Barcelona hasta el 11 de septiembre de 1714- hay honrarles y admirarles pero no imitarles? (cfr. su artículo La Veu de Catalunya, 1901).

En Barcelona, a 18 de mayo de 2008

miércoles, 14 de mayo de 2008

Otra víctima más de la sinrazón

Otra víctima más de la sinrazón. :-(

Ha ocurrido esta madrugada en un pequeño y bello pueblo alavés (Legutiano), donde han estallado entre 100 y 300 kilogramos de explosivos (!!!). Aunque no podamos dar crédito (siempre cuesta aceptar la muerte de una persona..), es verdad: un guardia civil (otro más) ha fallecido (D. E. P.), en un último acto de servicio por el pueblo, al cual entregó involuntariamente su vida en testimonio del Orden y de la Paz que todos deseamos para nuestra Sociedad. Tampoco me quiero olvidar de los heridos que el atentado ha provocado. A ellos, víctimas de la sinrazón, nuestro apoyo incondicional.

Esta misma tarde los grandes partidos que nos representan parece que han alcanzado la determinación para unirse (por fin!!!!) para exterminar la lacra del terrorismo. Hacia años que no escuchaba palabras tan sensatas desde los escaños del Congreso de los Diputados. Espero que esta voluntad de "luchar" juntos sea el acicate definitivo que logre la Paz y la Libertad para España (especialmente para el País Vasco en el que actualmente no se vive con estos Derechos democráticos mínimos de nuestra Sociedad).

En Barcelona, a 14 de mayo de 2008.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Calvo-Sotelo o la discreción del Político

"No seas siempre riguroso ni siempre blando, y escoge el medio entre dos extremos; que en esto esta el punto de la discreción".
Cervantes.


A todos nos pilló de sorpresa el inesperado fallecimiento Leopoldo Calvo-Sotelo, segundo Presidente del Gobierno de nuestra época democrática, el pasado sábado 3. Todas las personas que me acompañaban, todas al menos tan jóvenes como yo, nos quedamos sin palabras y con los ojos como platos en cuanto nos comunicaron la fatal noticia.

No dejamos de hablar de él durante un largo rato. Cada uno aportaba lo "poco" que sabía de él y de su aportación para el bien de nuestra patria durante su Presidencia del Gobierno de una España que salía de una impactante y violenta crisis democrática (protagonizada por el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y resuelta hábilmente por el Rey). Os confieso que no llegamos a recordar muchas de sus actuaciones políticas. La única explicación que justifica tal ignorancia es que cuando gobernó (a penas 20 meses, entre 1981 y 1982) nosotros éramos muy niños. Pero, además, también lo justifica el que a lo largo de nuestro inicial periodo educativo tampoco se nos explicó mucho su papel en el entramado político español. Sin embargo, aún recuerdo el énfasis que ponían nuestros profesores de Historia para que aprendiésemos quiénes eran Adolfo Suárez y Felipe González y cuáles eran sus labores de gobierno. Conclusión histórica: si en las clases de Historia de nuestras aulas a penas se nos enseñó quién fue Calvo-Sotelo, entonces podremos afirmar que pasó por el panorama político español con una Discreción mayúscula, pues ha sido tan sigilosa su labor a favor de la democracia española, que si los periódicos no nos hubiesen informado de su repentina muerte nos habríamos olvidado de hasta de su existencia.

Y es que Calvo-Sotelo era así: discreto, no llamó la atención, supo estar en su lugar y a la altura que la realidad histórica-política le reclamó en servicio a España y a su normalización democrática. Todos los artículos y valoraciones que he leído durante estos días sobre él coinciden en caracterizarlo así, con discreción. Todos excepto las valoraciones de un partido político, utilizando sus declaraciones para alimentar su desenfocada ideología nacionalista radical, pero no merece la pena considerar sus palabras.

La sobresaliente virtud con que se caracterizó don Leopoldo, la discreción, es hoy motivo de mi breve reflexión. Es tan excelente esta manera de proceder que debería ser norma de vida para toda persona que quisiera ejercer cualquier servicio público. Todo político ha de disponer de unas cualidades notables para ejecutar satisfactoriamente su servicio a la Sociedad, pero su gestión sería sobresaliente, y con matrícula de honor, si dispone de los beneficios de la virtud de la discreción. Pues
ser discreto conlleva -si se sabe ejercitar, pues como toda virtud se debe practicar- ser reservado, cauto, respetuoso, comedio, sensato, agudo y cabal, entre otras cosas. El Diccionario de la Real Academia define discreción como la sensatez para formar juicio y tener tacto para hablar y obrar; también como el don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad; y, por último, ser discreto conlleva ser reservado, prudente y circunspecto. Y, no nos escandalicemos pero estas habilidades sociales son de gran necesidad y de gran utilidad en el noble ejercicio de la Política.

Te podrás preguntar, ¿y por qué es necesario que el político sea discreto? Voy a intentar ser breve y conciso. Es conocido por todos que el ejercicio del poder y su posesión, aunque sea temporal, presenta la a veces irresistible tentación de la ambición desenfrenada para el beneficio de los intereses personales. Pues bien, la virtud que libra de la ambición política mal entendida es la de la discreción. Un político discreto dispondrá de los elementos de juicio que le permitirán anteponer los intereses generales a los particulares. Y esta honrosa disposición de servir primero a la Sociedad le convertirá en un buen político -por lo que será recordado e imitado- y una excelente persona. Ejemplo de esto, de la discreción frente a la ambición política, fue el santo Patrón de los políticos: Tomás Moro (1478-1535). Fue el Lord Canciller en el reino de Enrique VIII (1491-1547), que gobernó con prudencia pues se entregó a su pueblo y no se enriqueció a costa de él. Fue precisamente su disposición discreta para rechazar toda riqueza y privilegio humano y material que le ofreció el rey, lo que le hizo ganarse su confianza. Sin embargo, fue también su buen juicio lo que no le hizo plegarse a los ambiciosos caprichos del rey de Inglaterra, muestras de su humano poder, lo cual acabó con el trágico final de su muerte pero dejándonos su ejemplar testimonio de servicio político.

Calvo-Sotelo supo vivir el ejercicio de la Política, de la cual se supo retirar tras concluir su servicio a la tarea que la Historia de España "le encomendó" durante sus pocos meses de gobierno: supo concluir la Transición democrática dando el testigo de gobierno al ganador de las elecciones de 1982. Y una vez entregada la cartera de Presidencia del Gobierno al socialista Felipe González desapareció del panorama político. Entre comillas "nunca más se supo de él", prefiriendo estar en segunda o tercera línea trabajando intensamente por nuestra integración en Europa, la cual se hizo efectiva en 1986. Ahora, si un político se marcha de la primera línea sigue llenando portadas de periódicos, siguiéndose hablando de él, porque se ha marchado a la empresa privada por contratos millonarios (como son los casos recientes de Zaplana a Telefónica y de Taguas, a Seopan, de dudosa incompatibilidad, pues ha renunciado a liderar la Oficina Económica de Presidencia de Gobierno). La discreción también supone saberse retirarse de la Vida Pública en su momento para beneficio de la Sociedad, y, por qué no, también de uno mismo.

Sugiero que cuando a alguien lo quieran caracterizar en el campo de la Política como un político prudente y discreto lo califiquen como una persona "calvo-sotelo".

Una persona muy cercana a él confesaba que en estos último años don Leopoldo se detuvo aún más a preparar su alma y espíritu con el piadoso ejercicio de la oración a Dios. Este es una característica más del hombre discreto, a saber: que no se tiene a sí mismo como un ser absoluto sobre el que giran los demás, sino que tiene un referente y se dispone a él en servicio a los demás. Deseo que la esperanza de don Leopoldo se haya materializado plenamente y que nosotros la lleguemos a ver dentro de muchos muchos años.

En Barcelona, a 8 de mayo de 2008.