lunes, 29 de diciembre de 2008

Christifideles Laici (XIX). JP II Vocaciones (I)

Los últimos días del año suelen estimular nuestra reflexión sobre la bondad de las vivencias y experiencias que hemos vivido a los largo del mismo. Este año 2008 seguro que ha sido muy "movidito"...

Hoy, último lunes del año, como en los pasados, también os rescato un fragmento de la exhortación apostólica Christifideles laici del Papa Juan Pablo II (1988). Este texto te invita a considerar tu estado de vida en medio de la Sociedad. Buscar el lugar en el que situarse y ubicarse en esta vida supone encontrar "tu" vocación (recuerda que vocación procede del latín vocare, que significa llamar). Descubrir tu vocación es encontrar aquello que te hace feliz. Descubrir tu vocación es encontrar tu lugar en la vida. Descubrir tu vocación es encontrar aquello para lo cual estás llamado, es decir, aquello para lo que vales en esta vida. Esa personal y singular llamada es única e inigualable porque sólo te corresponde a ti responderla. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

Estados de vida y vocaciones

55. Obreros de la viña son todos los miembros del Pueblo de Dios: los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los fieles laicos, todos a la vez objeto y sujeto de la comunión de la Iglesia y de la participación en su misión de salvación. Todos y cada uno trabajamos en la única y común viña del Señor con carismas y ministerios diversos y complementarios.


Ya en el plano del ser, antes todavía que en el del obrar, los cristianos son sarmientos de la única vid fecunda que es Cristo; son miembros vivos del único Cuerpo del Señor edificado en la fuerza del Espíritu. En el plano del ser: no significa sólo mediante la vida de gracia y santidad, que es la primera y más lozana fuente de fecundidad apostólica y misionera de la Santa Madre Iglesia; sino que significa también el estado de vida que caracteriza a los sacerdotes y los diáconos, los religiosos y religiosas, los miembros de institutos seculares, los fieles laicos. (...)


Así el estado de vida laical tiene en la índole secular su especificidad y realiza un servicio eclesial testificando y volviendo a hacer presente, a su modo, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, el significado que tienen las realidades terrenas y temporales en el designio salvífico de Dios. A su vez, el sacerdocio ministerial representa la garantía permanente de la presencia sacramental de Cristo Redentor en los diversos tiempos y lugares. El estado religioso testifica la índole escatológica de la Iglesia, es decir, su tensión hacia el Reino de Dios, que viene prefigurado y, de algún modo, anticipado y pregustado por los votos de castidad, pobreza y obediencia.


Todos los estados de vida, ya sea en su totalidad como cada uno de ellos en relación con los otros, están al servicio del crecimiento de la Iglesia; son modalidades distintas que se unifican profundamente en el «misterio de comunión» de la Iglesia y que se coordinan dinámicamente en su única misión.


De este modo, el único e idéntico misterio de la Iglesia revela y revive, en la diversidad de estados de vida y en la variedad de vocaciones, la infinita riqueza del misterio de Jesucristo. Como gusta repetir a los Padres, la Iglesia es como un campo de fascinante y maravillosa variedad de hierbas, plantas, flores y frutos. San Ambrosio escribe: «Un campo produce muchos frutos, pero es mejor el que abunda en frutos y en flores. Ahora bien, el campo de la santa Iglesia es fecundo en unos y otras. Aquí puedes ver florecer las gemas de la virginidad, allá la viudez dominar austera como los bosques en la llanura; más allá la rica cosecha de las bodas bendecidas por la Iglesia colmar de mies abundante los grandes graneros del mundo, y los lagares del Señor Jesús sobreabundar de los frutos de vid lozana, frutos de los cuales están llenos los matrimonios cristianos».


En Santoña, a 29 de diciembre de 2008.

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