martes, 11 de agosto de 2009

Caritas in veritate. Sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la Verdad. Benedicto XVI: ¡Doctrina Social de la Iglesia en estado puro!

Recientemente he leído la última encíclica del Papa Benedicto XVI, y primera que trata cuestiones sobre Doctrina Social de la Iglesia: Caritas in veritate. Sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad. La Introducción presenta nociones de auténtica filosofía práctica aplicada a la Sociedad y a la Economía de un acertadísimo y sólido sentido común, porque, sin duda, todo el escrito no tiene ningún desperdicio. ¡No podríamos esperar ni más ni menos de una persona que ejercita plenamente su humana racionalidad, y que además confía en la ayuda de la gracia! El Papa nos da ejemplo, ahora nos toca a nosotros... ejercitar nuestro sentido común y confíar en el auxilio de la gracia que plenifica nuestros humanos actos.

El escrito hace referencia en varias ocasiones a la encíclica sobre este mismo tema de la Doctrina Social de Pablo VI Populorum progressio. Sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos (26/III/1967). A lo largo de sus reflexiones aboga por humanizar las relaciones socio-económicas, insinuando la incorporación de conceptos tan necesarios en nuestro mundo formado por personas como ética de y en los negocios, don y gratuidad, entre otros. Os invito vivamente a leer las palabras del Benedicto XVI.
No quiero adelantaros más. Pero para aquellos que quiera ya gustar de sus reflexiones, aquí os dejo un punto. Las negritas son mías. Así que espero comentarios.

"78. Sin Dios el hombre no sabe adonde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia. Pablo VI nos ha recordado en la Populorum progressio que el hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Sólo si pensamos que se nos ha llamado individualmente y como comunidad a formar parte de la familia de Dios como hijos suyos, seremos capaces de forjar un pensamiento nuevo y sacar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero. Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios. La disponibilidad para con Dios provoca la disponibilidad para con los hermanos y una vida entendida como una tarea solidaria y gozosa. Al contrario, la cerrazón ideológica a Dios y el indiferentismo ateo, que olvida al Creador y corre el peligro de olvidar también los valores humanos, se presentan hoy como uno de los mayores obstáculos para el desarrollo. El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano. Solamente un humanismo abierto al Absoluto nos puede guiar en la promoción y realización de formas de vida social y civil -en el ámbito de las estructuras, las instituciones, la cultura y el ethos-, protegiéndonos del riesgo de quedar apresados por las modas del momento. La conciencia del amor indestructible de Dios es la que nos sostiene en el duro y apasionante compromiso por la justicia, por el desarrollo de los pueblos, entre éxitos y fracasos, y en la tarea constante de dar un recto ordenamiento a las realidades humanas. El amor de Dios nos invita a salir de lo que es limitado y no definitivo, nos da valor para trabajar y seguir en busca del bien de todos, aun cuando no se realice inmediatamente, aun cuando lo que consigamos nosotros, las autoridades políticas y los agentes económicos, sea siempre menos de lo que anhelamos. Dios nos da la fuerza para luchar y sufrir por amor al bien común, porque Él es nuestro Todo, nuestra esperanza más grande".

En Barcelona, a 11 de agosto de 2009.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Alfredo,¿Crees que es posible una ética empresarial? Ahora está de moda Adela Cortina.Conozco especialistas que la ponen en duda(el concepto).Me gustaría saber tu opinión.Un abrazo, Beatriz

Alfredo Alonso dijo...

¡Hola Beatriz!

Los principios éticos son como las "estrellas polares" que guían los comportamientos de los hombres. Sus decisiones están "guiadas" por sus principios ideológicos, por sus pensamientos. Ambos tipos (voluntad e inteligencia) conforman la personalidad de la persona.

El entendimiento me dice lo que está bien, por lo que mi voluntad, casi inmediatamente, me mueve a obtener ese bien. Por lo que podemos concluir que las facultades superiores del hombre, la intelectiva y la volitiva, están relacionadas entre sí, constituyendo una poderosa y sólida unidad. La coherencia y rectitud de ambas dimensiones logra la unidad de vida, la felicidad del hombre..
Esta reflexión inicial para decirte, que sí, es posible una ética empresarial, como es posible una ética docente, gubernativa, comercial, etc. y así para todos los ámbitos de la vida. Pero a donde quiero llegar es que no pueden haber "éticas" inspiradas en principios volitivos distintos en función del ambiente social donde me mueva, en razón de la anteriormente argumentada unidad entre la inteligencia y la voluntad.

Alfredo Alonso dijo...

Concreto un poco más.

Es posible una ética empresarial. Es necesaria una ética empresarial.
Pero creo que no entendida como un conjunto de "normas" frías fruto de pactos entre unos "entendidos" en ética empresarial y que, desde sus criterios, nos digan cuál es la auténtica "norma de comportamiento en los negocios".
Entiendo que existe una "ética de la empresa y de los negocios". Me explico. Las tareas empresariales, comerciales y negociadoras tienen una dinámica propia sobre la que pivotan los objetivos que quieren conseguir esas tareas.

El hombre para obtener esos objetivos propios de la tarea empresarial debe de considerarlos para respetar la idiosincrasia propia de las actividades empresariales.

Por lo que una ética empresarial debe ser una ética de la empresa, es decir, un conjunto de comportamientos y valores inherentes a la vida propia de la empresa, la cual la permita obtener sus objetivos siempre desde el respeto a la dignidad de la persona porque no todo está permitido. P. ej.: un objetivo claro de la empresa es obtener siempre beneficios. Está claro. ¿Pero es ético a costa de este primer objetivo, p. ej., exiguir por encima de su competencia al trabajador o redefinir su contrato laboral para que la empresa consiga más beneficios y a la postre perjudicándo al trabajador (ahí están los "contratos basura")?

Bueno no quiero teorizar más, que zino me iré del tema.
Sobre Adela Cortina.
La relación entre ética y empresa no es algo novedoso. Yo la conozco desde siempre, e intuyo que seguirá en marcha y será porque las empresas están formadas por personas, y están están movidas por actos morales, queramos o no. Somos así.

Mi respetada Prof. Cortina es directora desde hace unos años de ETNOR, Fundación para los negocios y las organizaciones. Es posible que te haya llegado sus actividades por la zona por donde vives, pues esta fundación tiene sede en Valencia.

La reflexión sobre la ética empresarial, como he procurado suguerirte más arriba, puede tener, entre otras posibilidades, dos modos de ser vistos: o teniendo en cuenta qué es la empresa, quién es el hombre y cómo finalmente se interacciona con ella (esto es auténtica "ética de la empresa"); o realizar una relación dialógica de normas diseñada por expertos que nos quieren indicar cómo les gustaría que fueran las relaciones éticas entre la empresa y el hombre (esto no es auténtica "ética empresarial".

No puedo emitir un juicio exacto sobre el pensamiento de la Prof. Cortina, hace ya tiempo que no he leido nada suyo, y menos relacionado con este tema.
He encontrado unas cuantas psinopsis de algunos libros suyos sobre cuestiones empresariales (http://www.etnor.org/bibliografia_ac.htm). Y por lo que parece se insinuan algunas fórmulas magistrales (¡ojo dicho con todo el respeto!, que no he leído los libros), por lo que se inclinaría al segundo modo de hacer ética empresarial.

Por último, no me parece descabellado que algunos especialistas pongan en duda los postulados de la Prof. Cortina. Siempre los ha tenido, como también ha cosechado buenas críticas. Para conocer el valor de esos detractores, hay que ver en dónde ponen el acento: en el conocimiento de cómo es la relación de la empresa con el hombre (auténtica ética empresarial), o en cómo debe ser el comportamiento del hombre en los negocios (ética dialógica).

No sé si he logrado responderte, Beatriz, a lo que me preguntabas. Ya me dirás. Espero haberte satisfecho. Cómo no, ¡espero tu comentario!

Un abrazo desde la ciudad condal,

Alfredo Alonso