sábado, 21 de mayo de 2016

Adquirir criterios, vivir valores: retos de la educación

"Nuestra sociedad española desde hace ya unos cuantos años ha sufrido en sus “propias carnes” como un auténtico drama social la gravedad de la crisis económica, y parece que salir de ella todavía se nos resiste. Esta debacle de la economía no ha sido sino consecuencia de una crisis de mucho mayor calado: la sociedad contemporánea seducida por los cantos de sirena del relativismo, que propugna tanto la inexistencia de principios absolutos como el “todo es lo mismo”, consecuentemente desembocando en una notoria ausencia de criterios y de valores personales a cambio de la ilusoria conquista de una mayor “libertad”.

Consciente de la necesidad de imprimir un cambio de rumbo en el devenir de nuestro tiempo, el sentir unánime actual de la sociedad considera que la educación resulta una tarea no solo importante sino también urgente. La clarividencia de la ciudadanía “de a pie” contrasta con la paradójica “ceguera” de dirigentes políticos para abordar con seriedad la dirección y gestión efectiva del entramado de la enseñanza en España, quedando manifiesta su incapacidad de entablar el más mínimo diálogo para resolver esta cuestión ‒como se ha podido comprobar hasta ahora y a pesar de llamarse “políticos”‒, al encontrándose “entretenidos” en sus intereses partidistas y sociológicamente lejos de “arrimar el hombro” ante la clamorosa demanda de padres y de docentes de un único y común modelo educativo que resuelva el problema de raíz.

Este panorama solo puede ser transformado por la riqueza que es capaz de transmitir la educación familiar y docente. La unión de familia y “la escuela” es el genuino ámbito donde promover la conformación de principios que den sentido a la vida y de maduras pautas de actuación, cultivar las facultades intelectuales, desarrollar la capacidad del recto juicio y de una ética-moral, prepararse para la vida personal y laboral, etcétera. La familia merece un especial reconocimiento, en su calidad de primera comunidad social y de primera escuela: dentro de ella se enseñan y se transmiten criterios y valores culturales, éticos, sociales y espirituales, se reciben los primeros afectos y seguridades, y se adquieren las primeras nociones sobre la verdad y el bien. Todo esto resulta tan necesario como útil para estimular el crecimiento de nuestro ser personal y para comenzar a tomar contacto con el natural proceso de socialización al que por naturaleza estamos llamados, ya que interactuar en sociedad forma parte de nuestra manera de ser. La importancia de “la escuela” no se puede desplazar a un segundo plano. Nuestra civilización mantiene su progreso y su esperanza gracias a la inestimable labor de maestros y profesores de todos los niveles (colegios, institutos, universidades), que diariamente se entregan dedicados al esmero y promoción de la formación humana y profesional de sus alumnos.

Así, la actual sociedad española se encuentra ante la crucial misión de preparar a las personas que la conforman: dotándoles de criterios y facilitándoles la adquisición de valores que permitan a hombres y mujeres vivir plenamente en libertad y sin determinantes, sin dejar por ello de reconocerse su dimensión transcendente por medio de su fe y como parte integrante natural de la persona humana. Todos estos aspectos representan los más inmediatos retos y objetivos que a la educación se le presentan y que, en síntesis, se perfilan en torno a la formación integral de la persona. Estos trascendentales desafíos han de afrontarse con rigor porque nos afectan más directamente de lo que nos creemos. Sin ir más lejos y como ejemplo desde donde realizar analogías, estos días pasados la Encuesta de Población Activa (EPA) revelaba el incremento de la tasa de abandono educativo temprano en Cantabria. Aunque el dato concreto se encuentra por debajo de la media española, a todas luces no es ni mucho menos para alegrarse sino que cualitativamente resulta negativo para el ámbito de la enseñanza en nuestra Comunidad Autónoma. Sin embargo, no es el momento de lamentos ni de acusaciones enfrentadas. Aceptemos esa vicisitud pero no nos conformemos con ella. Pasemos seriamente a la acción y pongamos los medios para comenzar cambiarla ya, y si son eficientes los frutos se verán en un futuro inmediato.

Se vislumbra la urgente necesidad de que la comunidad educativa (padres, docentes, Administración…) reflexione y actúe cómo mejorar realmente la calidad de nuestro sistema educativo y, en consecuencia, cómo alcanzar la anhelada excelencia de los estudiantes (a la postre futuros trabajadores). Definitivamente, la trasmisión y adquisición de criterios y de valores bien merece que no nos demoremos más, por el bien de nuestro presente pero también de nuestro futuro, sabiendo que la responsabilidad de educar y de buscar el bien común de la sociedad es una labor de todos".


Tribuna libre publicada en El Diario Montañés el 9 de junio de 2016:


Los próximos días 27 y 28 de mayo en Santander tendrán lugar las VI Jornadas Católicos y Vida Pública en Cantabria, precisamente dedicadas a la educación, organizadas por la ACdP y por la FUSP-CEU:

Pincha en la fotografía para ampliar.

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Todo tiempo dedicado a educación, siempre es tiempo invertido en beneficio del progreso de nuestro presente y de nuestro futuro. Su atractivo programa no puede menos que estimular nuestra participación en estas Jornadas. No dejes de saludarme si te fuera posible asistir.

En Torrelavega, a 21 de mayo de 2016.

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