martes, 16 de septiembre de 2008

Criterios para reconocer un grupo cristiano. Juan Pablo II

La necesidad de Dios en el mundo actual para el hombre de hoy es innegable. Aunque muchos se esfuerzan en silenciar “su Palabra” y "sus Obras", o más bien en substituirlas. Me refiero a las sectas o, a modo de eufemismo, “Nuevos Movimientos Religiosos” (NMR), y a todo tipo de ideología relativista que "predica" un ateísmo teórico imposible de llevar a la práctica. Pero hoy no entraremos en la frondosidad selvática de estas cuestiones tan complejas y difíciles.


Hoy quiero presentaros unos criterios claros y precisos (conocidos como “los criterios de eclesialidad”) que os libren de los engaños y de las “medias verdades” con que las sectas y otros "clanes" tratan de captar a inocentes e ingenuos nuevos adeptos. Con estas afirmaciones reconoceréis qué asociaciones viven auténticamente la fe en la que nos gloriamos profesar, las cuales están tomadas del n. 30 de la exhortación apostólica Christifideles laici compuesta por Juan Pablo II en 1988. ¡Allá van!:


- Una asociación de fieles laicos reconoce la primacía de la vocación de cada cristiano a la santidad. Por lo que cada uno de todos los grupos participan y son instrumentos de y para la santidad en la Iglesia (en la que estamos todos los bautizados).


- Una asociación de fieles laicos es responsable de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia. Por esta razón, debe ser un lugar en el que se anuncia, se propone y se educa la fe para vivirla en todo su contenido.


- Una asociación de fieles laicos da testimonio de una comunión firme con el Papa, cabeza visible de unidad en la Iglesia universal, y con el Obispo de la diócesis, «principio y fundamento visible de unidad» en la Iglesia particular.


- Una asociación de fieles laicos participa conforme el «fin apostólico de la Iglesia» que consiste en «la evangelización y santificación de los hombres y la formación cristiana de su conciencia, de modo que consiga impregnar con el espíritu evangélico las diversas comunidades y ambientes».


- Una asociación de fieles laicos está comprometida en estar presentes en la Sociedad, de manera que, de acuerdo con la Doctrina Social de la Iglesia, se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre. En este sentido, deben ser corriente viva que cree las condiciones más justas y fraternas en la Sociedad.


Las consecuencias de estos criterios se comprueban en los “frutos concretos” que acompañan la vida y las obras de las diversas asociaciones, como pueden ser: el renovado gusto por la oración, la contemplación, la vida litúrgica y sacramental; el estímulo para que florezcan vocaciones al matrimonio cristiano, al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada; la disponibilidad a participar en los programas y actividades de la Iglesia sea a nivel local, sea a nivel nacional o internacional; el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a los cristianos; el impulsar a una presencia cristiana en los diversos ambientes de la vida social, y el crear y animar obras caritativas, culturales y espirituales; el espíritu de desprendimiento y de pobreza evangélica que lleva a desarrollar una generosa caridad para con todos; la conversión a la vida cristiana y el retorno a la comunión de los bautizados «alejados», entre los millones de otras cosas que configuran la vida del hombre.


En Boo de Piélagos, a 16 de septiembre de 2008.

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