martes, 2 de septiembre de 2008

Homenaje a Pedro Antonio Urbina, escritor

El pasado viernes 29 de agosto estuvo en Barcelona Jerónimo José Martín, Presidente del Círculo de Escritores Cinematográficos, para impartir una conferencia organizada por la asociación Cinemanet. Al final de la misma, mientras conversaba con él me comunicó que el pasado 31 de julio falleció para mi tristeza mi admirado maestro don Pedro Antonio Urbina.

Esta noticia confieso que me conmocionó por unos momentos, dejándome sin capacidad de reacción, porque tuve el privilegio de ser su secretario personal durante la temporada en la que viví en Madrid trabajando como profesor de ética y filosofía en el Colegio El Prado. No fueron muchos meses pero fueron los suficientes como para saber que trabajaba para un artista "de pura cepa", para un genio creador, para un espíritu auténticamente libre que vivía en todo instante como si pudiera contemplar la Belleza (con mayúsculas) alrededor suyo -de la que ahora seguro goza ya en el Cielo- y para ver en él a un maestro.


Estas líneas no pretender dar a conocer su ya reconocida y colosal talla intelectual, humana y espiritual, pero si no la conoces te invito a visitar su web o algunos de los artículos de Aceprensa o Filasiete, revistas digitales de las que era colaborador y que se hacen eco de su muerte. También puede consultarse el artículo del también escritor Fernando Alonso Barahona en el El semanal digital.

Se puede afirmar que "PAU"
-como habitualmente gustaba firmar sus cartas y escritos- ha escrito de casi todo. Ha cultivado el ensayo, ha sido un sensible poeta, exhaustivo biógrafo, novelista y dramaturgo, vivió la "infancia espiritual" para escribir cuentos infantiles y guiones de programas de televisión para niños ("Dabadabadá", "Un globo, dos globos"), completo y culto traductor, editor de estudios literarios, sutil crítico del séptimo arte sobre el que gustaba organizar brillantes cineforums en su estudio de la calle Serrano, etc. Un amante del Arte en todas sus expresiones.

Tan solo quiero hacer memoria del magisterio -aunque breve- que me transmitió, arraigando en mí el valiosísimo ejemplo de la ilusión por crear nuevos y sugerentes escritos que estimulasen la imaginación del lector, por disfrutar cada día de las pequeñas cosas que nos rodean y por sacarle jugo crítico y lúdico a la realidad en la que vivimos. Así era don Pedro Antonio. Siempre sonriendo y viendo el lado positivo de las cosas. Nunca había un gran problema sino una solución dispuesta a ser descubiert
a. Siempre jugando con las palabras, creando siempre alguna nueva llena de vistosa y alegre sonoridad. Sus cualidades fueron admirables pero en honor a la Verdad debo decir que todo ello fue fruto de su profunda y delicada sensibilidad, de su educada voluntad, de su cultivada inteligencia, y de su enorme capacidad de trabajo y estudio. Con él aprendí la sacrificada y la laboriosa vida del escritor, fuente inagotable de nuevas historias y bellas experiencias. A escribir se aprende escribiendo -muchas veces me decía, con Radio Clásica como fondo-, mas previamente hay que leer ¡y mucho! Y dejar que la imaginación y la razón hagan lo demás.. Con trabajo salen los escritos.. pero las historias, Alfredo, están ahí, en la realidad..

Durante los meses que estuve a su servicio hubo múltiples tareas (relaciones sociales, cartas, concursos literarios, web, etc.), pero principalmente colaboré con él en sacar a delante una adaptación de la Biblia para niños que finalmente publicó "Palabra". Fueron meses intensos de revisiones, de reescrituras (pues cada vez que hablábamos con la editorial ¡sorprendentemente pedían reducir el número de páginas!), de búsqueda de dibujantes que reflejasen adecuadamente las escenas bíblicas, etc. Fue mucho trabajo, pero la familiarización con la Historia Sagrada fue el alicente que movió a don Pedro Antonio a concluir esta importante labor de adaptación de las escenas bíblicas para los niños.

Su valía como pensador fue reconocida en el prólogo que el gran filósofo gaditano, maestro de maestros, Antonio Millán-Puelles realizó para su ensayo Filocalía o amor a la Belleza (Rialp. Madrid, 1988), en el que don Pedro Antonio nos invita a reflexionar sobre los fundamentos científicos de la tarea artística en perpétua búsqueda de la Belleza.

No quiero terminar sin hacer referencia a una cualidad de don Pedro Antonio quizá desconocida, pero que a mi me demostro. ¡"PAU" era profeta! En algunas de nuestras conversaciones me decía que algún día volvería a Cantabria, que allí una guapa montañesa me "guiñaría" el ojo y que me casaría con ella.. Yo siempre le decía que eso sería casi imposible o muy difícil de que se cumpliera porque llevaba bastantes años fuera de "la tierruca" y no tenía intenciones de volver al menos en unos cuantos años. Aún así cuando salió la edición de la Biblia para niños me lo volvió a recordar escribiéndomelo en una tarjeta dedicada. Y, ¡caray con "PAU"! Porque se cumplió su vaticinio. Por caprichos de la Providencia Divina marché a trabajar a Santander... y sí, allí conocí a la que hoy es mi esposa. ¿Cómo supo que iba a ser "una guapa montañesuca"? Aún no lo he descubierto, pero siempre creí que tuvo un "don" para ver lo que otros no vemos.

Desde aquí mi cariño. Requiem in pace. Amen.

En Barcelona, a 2 de septiembre de 2008.

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