lunes, 23 de febrero de 2009

Evangelium vitae. Juan Pablo II. (I) El valor de la Vida

El lunes pasado concluimos la exhortación apostólica Christifideles laici, sobre la misión y vocación de los laicos en la Sociedad (1988). Este lunes comenzamos con una encíclica, también del Papa Juan Pablo II, que considera un tema que está siendo cuestionado a diario en los medios de comunicación y que está de rabiosa actualidad en las Cortes y en muchos ambientes sociales. ¡Efectivamente, me estoy refiriendo a la defensa de la Vida!

Actualmente se está trabajando en la elaboración de una Ley que modifique la actual Ley de la despenalización del aborto (1985) a fin de despenalizarlo y erigirlo como un derecho del hombre. ¿Desde cuando es un derecho del hombre el poder decidir sobre la vida de otro hombre? Las enseñanzas contenidas en la Evangelium vitae, sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana (25/III/1995) están en plena vigencianos harán reflexionar sobre cómo hoy se vulnera la dignidad de las personas, nos otorgará formación que nos hará ver la importancia de la defensa de la Vida, nos estimulará a trabajar contra la "Cultura de la muerte" y nos llevará a dar gracias al Creador por el don de la Vida que nosotros hemos recibido generosamente de Él. Las negritas son mías, ¡espero vuestros comentarios!

Introducción

1. El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas.


En la aurora de la salvación, el nacimiento de un niño es proclamado como gozosa noticia: «Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 10-11). (...) de manifiesto el sentido profundo de todo nacimiento humano, y la alegría mesiánica constituye así el fundamento y realización de la alegría por cada niño que nace (cfr. Jn 16, 21).


Presentando el núcleo central de su misión redentora, Jesús dice: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10). Se refiere a aquella vida «nueva» y «eterna», que consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador. (...).

Valor incomparable de la persona humana

2. El hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario de la vida humana. (...). Al mismo tiempo, esta llamada sobrenatural subraya precisamente el carácter relativo de la vida terrena del hombre y de la mujer. En verdad, esa no es realidad «última», sino «penúltima»; es realidad sagrada, que se nos confía para que la custodiemos con sentido de responsabilidad y la llevemos a perfección en el amor y en el don de nosotros mismos a Dios y a los hermanos.


La Iglesia sabe que este Evangelio de la vida, recibido de su Señor, tiene un eco profundo y persuasivo en el corazón de cada persona, creyente e incluso no creyente, porque, superando infinitamente sus expectativas, se ajusta a ella de modo sorprendente. Todo hombre abierto sinceramente a la Verdad y al Bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la Ley natural escrita en su corazón (cfr. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política. (...).


En Barcelona, a 23 de febrero de 2009.

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