lunes, 23 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (IX): la palabra de Vida de Cristo

Continuo presentándote, como los lunes y jueves anteriores, otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

«La Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto» (1Jn 1, 2): la mirada dirigida a Cristo, «Palabra de vida»

29. Ante las innumerables y graves amenazas contra la vida en el mundo contemporáneo, podríamos sentirnos como abrumados por una sensación de impotencia insuperable: ¡el bien nunca podrá tener la fuerza suficiente para vencer el mal!

Este es el momento en que el Pueblo de Dios, y en él cada creyente, está llamado a profesar, con humildad y valentía, la propia fe en Jesucristo, «Palabra de vida» (1Jn 1, 1). En realidad, el Evangelio de la vida no es una mera reflexión, aunque original y profunda, sobre la vida humana; ni sólo un mandamiento destinado a sensibilizar la conciencia y a causar cambios significativos en la sociedad; menos aún una promesa ilusoria de un futuro mejor. El Evangelio de la vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el anuncio de la persona misma de Jesús, el cual se presenta al apóstol Tomás, y en él a todo hombre, con estas palabras: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14, 6). Es la misma identidad manifestada a Marta, la hermana de Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás» (Jn 11, 25-26). Jesús es el Hijo que desde la eternidad recibe la vida del Padre (cf. Jn 5, 26) y que ha venido a los hombres para hacerles partícipes de este don: «Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia» (Jn 10, 10).

Así, por la palabra, la acción y la persona misma de Jesús se da al hombre la posibilidad de «conocer» toda la verdad sobre el valor de la vida humana. De esa «fuente» recibe, en particular, la capacidad de «obrar» perfectamente esa verdad, es decir, asumir y realizar en plenitud la responsabilidad de amar y servir, defender y promover la vida humana. (...).

30. (...). En Jesús, «Palabra de vida», se anuncia y comunica la vida divina y eterna. Gracias a este anuncio y a este don, la vida física y espiritual del hombre, incluida su etapa terrena, encuentra plenitud de valor y significado: en efecto, la vida divina y eterna es el fin al que está orientado y llamado el hombre que vive en este mundo. El Evangelio de la vida abarca así todo lo que la misma experiencia y la razón humana dicen sobre el valor de la vida, lo acoge, lo eleva y lo lleva a término.

En Barcelona, a 23 de marzo de 2009.

No hay comentarios: