jueves, 26 de marzo de 2009

Evangelium vitae. JPII (X): la Vida es siempre un bien

Como en jueves anteriores, rescato para nuestra formación otro fragmento de la encíclica Evangelium vitae de Juan Pablo II (1995), que como sabes reflexiona sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana, tema de rabiosísima actualidad y que no podemos dejar pasar por alto. Las negritas son mías. ¡Espero tus comentarios!

"Mi fortaleza y mi canción es el Señor. El es mi salvación" (Ex 15, 2): la vida es siempre un bien

31. En realidad, la plenitud evangélica del mensaje sobre la vida fue ya preparada en el Antiguo Testamento (...) (cfr. Ex 1, 15-22). La liberación de la esclavitud es el don de una identidad, el reconocimiento de una dignidad indeleble y el inicio de una historia nueva, en la que van unidos el descubrimiento de Dios y de sí mismo. (...).

De este modo, mientras Israel reconoce el valor de su propia existencia como pueblo, avanza también en la percepción del sentido y valor de la vida en cuanto tal. Es una reflexión que se desarrolla de modo particular en los libros sapienciales, partiendo de la experiencia cotidiana de la precariedad de la vida y de la conciencia de las amenazas que la acechan. Ante las contradicciones de la existencia, la fe está llamada a ofrecer una respuesta.

El problema del dolor acosa sobre todo a la fe y la pone a prueba. ¿Cómo no oír el gemido universal del hombre en la meditación del libro de Job? El inocente aplastado por el sufrimiento se pregunta comprensiblemente: «¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tienen amargada el alma, a los que ansían la muerte que no llega y excavan en su búsqueda más que por un tesoro?» (Jb 3, 20-21). Pero también en la más densa oscuridad la fe orienta hacia el reconocimiento confiado y adorador del «misterio»: «Sé que eres todopoderoso: ningún proyecto te es irrealizable» (Jb 42, 2).

Progresivamente la Revelación lleva a descubrir con mayor claridad el germen de vida inmortal puesto por el Creador en el corazón de los hombres: "El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones" (Ecl 3, 11). Este germen de totalidad y plenitud espera manifestarse en el amor, y realizarse, por don gratuito de Dios, en la participación en su vida eterna.

En Barcelona, a 26 de marzo de 2009.

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