jueves, 27 de marzo de 2008

El despertador ha sonado demasiado pronto

El despertador ha sonado demasiado pronto hoy. Esto fue lo primerito que pensé esta mañana al escuchar la melodía que suena en mi móvil, mientras me desperezaba con grandísima dificultad entre las calientes sábanas que me abrazaban, al tiempo que me autoconvencía con oníricos argumentos de la “necesidad” que tiene el mundo de que ya era hora de levantarse de la cama y me fuera directo a la ducha para comenzar la jornada. ¡Todo esto mientras escuchaba el constante golpeo sobre mi ventana de la abundante lluvia que actualmente está “inundando” la tierruca!

El instante mismo en que el despertador nos rescata de los brazos de Morfeo es uno de los más enigmáticos que el hombre puede vivir. Durante unos segundos nos transformamos en auténticos niños porque “caprichosamente” -con pataleta incluida- no queremos abrir los ojos para ver la luz que nos permitirá ver la realidad del mundo en el que vivimos, mientras que preferimos permanecer, aunque sea un minuto más, en la obscuridad de las ilusiones de nuestros sueños. ¡Qué difícil es “vencer” el sueño!

Habitualmente nos quejamos de porqué toca levantarse "justo" en lo mejor del sueño, que coincide siempre "justo" con el mismo instante en el que nuestro reloj sueña con ese estrepitoso sonido que permite a nuestra consciencia volver a la realidad.

Al ser capaces de “vencer” ese minuto para levantarse del lecho somos capaces de “vencer” todo aquello que nos propongamos. ¿Qué no conseguiremos en este mundo donde hacemos y deshacemos a nuestra voluntad con un grado pleno de consciencia si “ganamos” en ese territorio de lo orínico, donde nuestra voluntad es nula y no tenemos consciencia de nuestros actos, los cuales quedan registrados en lo más profundo de nuestra memoria? Así pues, sed valientes: ¡Ganad la batalla al inconsciente en el mundo de los sueños y arrasaréis sin objección alguna en el mundo de lo real!

En Santander, a 27 de marzo de 2008.

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